La fusión entre lo antiguo y lo nuevo
Cuando alguien se plantea un cambio en su hogar puede poner diferentes cartas sobre la mesa. No es lo mismo realizar una renovación que una rehabilitación aunque ambas tengan el mismo objeto: reformar una vivienda. Por un lado, la renovación consiste en la recuperación de algunos elementos arquitectónicos de valor, que sirven de contraste estético entre el origen de la construcción de la vivienda y las necesidades actuales de los propietarios. Por otro lado, la rehabilitación busca la conservación de los elementos tal y como estaban en ese momento, es decir, seguir la estética primera que la casa tenía para mantener el espíritu antiguo. Todo esto consiste en un tira y afloja entre el pasado y el presente, lo antiguo y lo moderno, la tradición y el avance tecnológico. Se trata de polos que aparentan ser opuestos pero que, en realidad, se complementan para potenciar lo mejor de ambas partes. Es, de hecho, gracias al equilibrio entre estos que podemos dotar de personalidad a un hogar para que cuente una historia. Nuestra historia como.
Como menciona Laura Ortín, interiorista y arquitecta, “saber fusionar con acierto lo antiguo y lo nuevo nos permitirá que nuestra casa hable de lo que nos emociona, de cómo vivimos y entendemos el hogar”. Pero, puede suponer un reto desentrañar los pasos a seguir, las cosas a tener en cuenta y las prioridades a la hora de realizar cambios en un espacio que para nosotros es un puerto seguro. Por ese motivo, a continuación, te daremos algunos consejos a tener en cuenta si te planteas reformar tu casa con un diseño moderno.
Para empezar, un buen primer paso puede ser realizar un análisis del contexto desde el que partimos. Cada vivienda fue construida en un lugar, de un modo y con unos materiales concretos por una razón. Nunca nada queda al azar, y entender en profundidad este tipo de conceptos básicos es fundamental.
El propósito de una vivienda en pleno campo de los años 60 nunca será el mismo que el de un piso en la ciudad de los 80. Por ese motivo que parece obvio, lo que encontraremos a nivel estructural en una y otra será distinto. Por ejemplo, la casa de campo seguramente tenga techos más bajos para que resulte más fácil calentarla y las paredes serán muros de carga sobre el terreno desnudo, mientras que el piso de ciudad tendrá pilares de hormigón y una compartimentación muy distinta basada en la jerarquía del modo de vida de la época.
Si somos capaces de comprender el alma mater de una vivienda, podremos armonizar sin problema todo aquello que vayamos añadiendo a partir de ahí. La distribución de espacio entre estancias responde a las necesidades e ideas de la época de construcción, así como el uso de diferentes técnicas responde a preferencias estéticas del pasado. Mantener la mente abierta a aprovechar estas a nuestro favor, aunque no sea nuestra idea inicial, puede darle una vuelta de 360 grados al diseño de interiores en dirección al éxito de la reforma o rehabilitación.
Existe un valor inconsciente en las cosas que ya poseemos. No se trata de desechar, si no de revalorizar. Nuestra vivienda natal no es un hogar por tener cuatro paredes, sino por todas las vivencias que se asocian con todo lo que contienen las mismas. Aunque pueda resultar un reto, aprovechar las viviendas antiguas y su naturaleza nos puede recompensar con la sensación de volver a nuestra niñez, a la añoranza y a la seguridad que asociamos con aquello que ya nos es conocido. Por otro lado, este método nos aporta el valor añadido de la sostenibilidad. Mediante la rehabilitación, volver a dar vida a viviendas que de otro modo quedarían en el olvido supone una segunda oportunidad.
Otro ejemplo en la misma línea es el reciclaje creativo. Este novedoso concepto ha encontrado comodidad en la rehabilitación de hogares. Cuando disponemos de algún elemento que, por necesidad integral de la arquitectura de la vivienda o bien por preferencia estética, prefiramos retirar o sustituir, podemos buscar darle otros fines. Con un poco de imaginación, una viga puede transformarse en una mesa de madera maciza que conserve el espíritu. Este tipo de iniciativas no solo son un recurso más para la reutilización, también suponen una acción ecológica y sostenible que sigue la misma ética de la reforma de casas antiguas hacia la modernidad.
Como sucede en muchos otros sectores, las modas van y vienen. Sin embargo, aunque estéticamente puede evocarnos ciertos recuerdos de una época pasada, no debemos obviar su verdadera razón de ser. Cuando antaño aparecía una nueva técnica como el gotelé o el terrazo, en realidad respondía a una razón arquitectónica. El uso prologado de dicha técnica es lo que, hoy en día, asociamos a un estilo antiguo. Es por eso que si, en el presente queremos recuperarlo, debemos entender que el terrazo se utilizaba para conferir a un suelo o una pared mayor resistencia o que el gotelé era ideal para mejorar el aislamiento de la temperatura de algunas estancias.
Cuanto más clara quede la diferencia entre lo que es antiguo y lo que es nuevo, mejor. El motivo es simple. La incorporación de elementos que quedan a medio camino, como las imitaciones de antigüedades, puede enfatizar una sensación de confusión. Cuando esto sucede el diálogo entre ambos conceptos choca y genera discordancia. En casos como este, donde lo que busquemos sea la fusión, es importante obviar las medias tintas. Si no podemos trabajar en la restauración de algo original, es mejor optar por algo nuevo sin miedo al contraste.
La nueva realidad en muchos hogares ya es más que un hecho. Las familias han cambiado, igual que sus necesidades. En ocasiones nos encontraremos con retos que desafían los esquemas tradicionales sobre todo en cuanto a distribución e importancia de los diferentes espacios dentro de una vivienda. Hoy en día muchas casas rurales antiguas se reutilizan para coworking, cohousing o incluso alojamiento rural. Y aunque no se trata de estos nuevos propósitos, es habitual que haya una tendencia hacia los espacios abiertos y la ausencia de limitantes. En otras palabras, la gente prefiere una gran estancia a cuatro pequeñas cada una con una función preasignada.
Por otro lado, que no menos importante, la renovación de viviendas antiguas puede significar la necesidad de incorporar nuevas tecnologías, como de aislamiento térmico, acústico, etc. Respetar todos los elementos originales en casos así puede ser complejo, por eso debemos tener en mente que no hay que obsesionarse con la perfección y poner en una balanza la utilidad y la estética. Esta nueva manera de pensar supone también una nueva manera de diseñar. Es por eso que debemos ir más allá con nuestras ideas para anticiparnos a futuras necesidades.
Al final, el objetivo de una reforma es mantener el alma de una vivienda, es decir, aquello que la convierte en un hogar. Si seguimos estos consejos, no tendremos todo el trabajo hecho, pero desde luego podremos tener una buena idea de base y punto de partida desde el que plantear qué hacer con más conocimiento de causa.
Evitar las imitaciones y las cosas a medias, estar convencidos de nuestras elecciones y el porqué de las mismas, demostrar sin miedo de dónde partimos, con los elementos antiguos, y a dónde vamos, con los elementos modernos y actuales, es lo que realmente le dará personalidad a nuestra vivienda. ¿Y tú, estás listo para reformar tu hogar con un diseño moderno?
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